Las estrellas de Hollywood no son tan perfectas como sugieren las portadas de muchas revistas. Es más, últimamente en esas portadas se abusa tanto de los trucos facilitados por el programa de ordenador Photoshop que el exceso de perfección empieza a saturar no sólo al público sino también a los profesionales que durante años se han beneficiado del uso y abuso del retocado de imagen. Peter Lindbergh, uno de los fotógrafos de moda más celebrado del sector, se ha convertido en un abanderado del regreso a la naturalidad. "Tengo la sensación de que durante mucho tiempo retocar las imágenes ha tenido demasiado peso en la forma en que se define visualmente a las mujeres", afirma Lindbergh en una entrevista con The New York Times. "Éste no debería ser el instrumento elegido para definir a las mujeres del nuevo siglo".
Esta primavera, Lindbergh propuso a la edición francesa de la revista Elle hacer una serie de portadas con mujeres como Monica Belluci, Sophie Marceu y Eva Herzigova sin maquillaje y sin aplicar Photoshop. La iniciativa fue muy bien recibida entre los lectores y curiosamente coincide con la decisión de Anna Wintour, la temible directora de Vogue, de incluir en su revista una fotografía de Irving Penn de una mujer desnuda y gorda, con la que se ilustra un reportaje sobre los peligros de la obesidad. "Es una de las fotos más bonitas que hemos publicado nunca en la revista", ha afirmado Wintour. Sus palabras pueden interpretarse como una apuesta por la naturalidad y la huida del artificio, aunque el proceso quizás lleve su tiempo: la portada de Vogue de junio es Cameron Diaz, y aunque el aire desenfadado de la imagen ofrezca cierta naturalidad, el rostro impoluto y sin arrugas de la actriz sugiere la mano oscura de Photoshop.
No es un secreto que los agentes de las estrellas exigen que arrugas y celulitis desaparezcan de las fotos, pero eso lleva a la construcción de imágenes tan diferentes que a veces no parecen la misma persona. Así ocurrió con la actriz Reese Witherspoon en 2008, quien apareció en Vogue, Marie Claire y Elle con tres rostros casi irreconocibles.
"Se ha hablado mucho sobre si hay que retocar las imágenes y si deberíamos o no crear retratos de mujeres que nunca podrán ser emuladas por mujeres reales", señala Phil Poynter, quien trabaja entre otros para Tommy Hilfiger.
El tiempo dirá si la naturalidad se convierte en moda.